martes, 25 de octubre de 2011

El espíritu de Hiroshima. Nunca darse por vencido.

Con la muerte de Steve Jobs todos perdimos algo. La nueva religión se ha quedado sin profeta. Los creyentes en Apple, sin guía. La gente que nos dedicamos a la innovación, sin modelo a seguir.
Buscando algo inspirador, algo nuevo, he encontrado algo antiguo que no recordaba y que merece la pena rescatar. Se trata de la filosofía Mazda. Parece "inspirada" en Apple, pero tiene más de 20 años.

La llaman el espíritu de Hiroshima y podemos resumirlo en 10 mandamientos que resumen la filosofía de Mazda:
  1. Desafiar lo convencional.
  2. Aceptar desafíos imposibles.
  3. Nunca darse por vencido.
  4. Buscar nuevos enfoques.
  5. Perseguir la excelencia.
  6. Creer en nosotros mismos.
  7. Soñar el futuro.
  8. Creer en algo y comprometerse con ello.
  9. Apostar por el equipo.
  10. Desarrollar el talento interno.
Los puntos en común con Apple son claros. Es más, hasta el CEO de Mazda Masahiro Moro, al igual que Steve Jobs, tiene una imagen poco convencional.

Entonces, ¿por que Mazda no es una marca tan potente como Apple? Mi opinión es que creen tanto en el producto que no dan la importancia suficiente al marketing y la comunicación, en los que Jobs era un maestro.  Algo que me hace creer de forma cada vez más firme que el proceso de innovación empieza con la estrategia de marca y el producto, pero no acaba en este, si no en su imagen y plan de lanzamiento.

Os dejo tres vídeos para el que necesite una dosis de inspiración en píldoras. Hay más, pero estos tres son geniales.



lunes, 24 de octubre de 2011

Innovación en Peluquerías: del tren de lavado al servicio individual.

En el sector de las peluquerías este ha sido el año de la keratina. Ha sido el tratamiento que ha vuelto locas a todas las mujeres. A pesar de su alto precio, de la polémica en torno a la toxicidad del formal que contiene y de las 2 horas que se necesitan como mínimo para aplicarlo. Pero los increíbles resultados en alisado del cabello iban de boca en boca y a pesar de la crisis, se hacían tratamientos de keratina como churros. Todo el sector ha ganado mucho dinero con este producto. Como consecuencia ahora sufrimos una avalancha de nuevos tratamientos desarrollados a toda velocidad y lanzados al mercado de cualquier manera, la mayoría poco y mal comunicados, sin referencias de eficacia y lógicamente con resultados de ventas mediocres. Me imagino la desesperación de todo un sector que creía haber encontrado la gallina de los huevos de oro en esto de los tratamientos de salón y que vuelve a estar como al principio.
En el primer trimestre del año, hice un plan estratégico para una cadena de peluquerías. Aprendimos que prácticamente todas las novedades se basaban en añadir algo al salón o al servicio ajeno a la esencia de los mismos (cuidado y estética del cabello). Una nueva imagen, servicio de bar, de restaurante, música en directo, exposiciones artísticas, etc. No había ningún concepto que explotase los insights de la consumidora para mejorar este servicio, y lo más novedoso y rentable se daba en los tratamientos de salón, aunque sin exclusividad posible.

Así, cuando lo que más fideliza a la clienta es el servicio y el trato que recibe, por encima de la calidad del corte, de la rapidez y el precio, no hay grandes ideas en este sentido. O eso creía yo hasta ayer. Básicamente las peluquerías son una cadena de producción, donde en la primera estación te preguntan que quieres, en la segunda te lavan, en la tercera te cortan, en la cuarta te secan y en la quinta te cobran y despiden. Da igual si son peluquerías de lujo o de barrio, todas se estructuran como una cadena de producción y en todas tienes las sensación de estar en un tren de lavado automático.




Hair Lounge es la primera peluquería que no hace esto. Han cambiado uno de los aparentemente inamovibles paradigmas del sector. No son un tren de lavado. Ofrecen un servicio en cabinas individualizadas donde eres atendido por un sólo estilista. Las cabinas son un espacio íntimo y personal, decorado como si se tratara de una sala de estar. Con todas las comodidades: wifi, televisión, música, revistas, carta de bebidas gratuita, etc. Realmente consiguen un servicio de calidad, una sensación de exclusividad, mimo y atención únicos. Además, la calidad del servicio de corte, de color y de los productos que utilizan, es muy buena y el precio no es bajo, pero si razonable. La verdad es que consiguen que tengas ganas de volver.

La gente de Hair Lounge han conseguido añadir un gran valor a su servicio sin tener que subir el precio de forma absurda. El sueño de cualquier innovador. Y como consecuencia tienen bastante clientela mientras que el resto de peluquerías del barrio están más bien vacías.

http://www.hair-lounge.es/










miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Cuanto vale una idea?

En la encuesta que ICSA Innova hizo a  365 directivos españoles en julio de 2011, se les preguntaba, entre otras cosas, en que creian que debía mejorar la innovación en su empresa. La respuesta más común (29,5%) era que en la valoración del potencial de las ideas. Esto me da pie para algunas reflexiones:

¿Cuanto vale una idea? ¿Tiene una idea un valor objetivo? ¿Vale lo mismo una idea para todo el mundo?
 Una idea en si misma no vale nada. Es lo que uno puede hacer con ella lo que tiene un valor y no todas las empresas pueden ni deben hacer lo mismo con dicha idea.

¿Hay que poner precio a las ideas?
Aquí  hay opiniones para todo y un gran debate en la red. Los que están en contra tienen tres grandes argumentos: no aciertas nunca, es imposible valorar las ideas disruptivas y se corre el riesgo de descartar las mejores ideas por una valoración erronea. Los que están a favor dicen que es imprescindible para priorizar recursos y esfuerzos, que no se puede hacer planificación estratégica sin valoración de las alternativas y que es la única manera de elegir entre varias, especialmente cuando no hay unanimidad en el equipo. ¿Que debía hacer Steve Jobs? la leyenda dice que no creía en los estudios de mercado, pero no si valoraba o no las distintas ideas y como lo hacía. Habrá que investigar.

¿Para que sirve valorar una idea?
Aún a riesgo de equivocarse, se me ocurre que la valoración de ideas permite ciertas cosas que son interesantes:

1. Cuantificar la oportunidad. Mejor tener una idea aproximada que ninguna.
2. Planificación de recursos (€ y personas). ¿Como hacer estrategia sin forecasting?
3. Minimizar el riesgo. Saber el máximo que podemos invertir en ella.
4. Priorizar y/o elegir entre varias ideas. Tomar los números al pie de la letra puede ser un error, pero la dimensión es importante.
5. Entender mejor un nuevo producto: su mercado, su consumidor, su canal, su dinámica de consumo, etc. lo que nos permitirá crear un mejor plan de lanzamiento.
6. Conocer los riesgos. Saber lo que no sabemos, donde nos podemos equivocar.


Por último, como casi siempre, lo más difícil es hacerlo. Es valorar las ideas. Pero esto es otro tema, que dejo para mi siguiente post.


Presentación "¿En que cree que puede o debe mejorar la innovación en su empresa?"




martes, 11 de octubre de 2011

La Innovación es solo ambición

En julio desde ICSA Innova hicimos una pequeña encuesta on-line sobre preocupaciones y necesidades de los directivos españoles en temas de innovación. Una de las preguntas era "¿Como de innovadora considera su empresa?" y la respuesta merece un comentario.

Por las 365 respuestas recibidas, parece que los directivos españoles nos consideramos bastante innovadores, un notable alto respecto a nuestros competidores, un notable en nuestros mercados y un bien respecto a otros mercados en los que no estamos. El 70% se considera aprobado.  Si tenemos en cuenta la apabullante cantidad de datos públicos que posicionan a España a la cola en temas de innovación, la respuesta es bastante sorprendente. Yo no se si esto es optimismo típico español, falta de objetividad o alguna otra cosa que se me escapa.
Creo que de entrada hay que plantearse si esta valoración a tres niveles, vs competidores, vs. mercados actuales, vs otros mercados, tiene sentido.  Actualmente  el 52% de las ventas on line en España se realizan a webs no españolas. Hoy en día el campo de batalla es global. Difícilmente una empresa que quiera tener un futuro puede hacerlo compitiendo solo localmente. Antes o después los competidores globales tocarán a su puerta. No tiene sentido valorarnos en innovación a distintos niveles. Hay que hacerlo globalmente y comparandose con los mejores, porque hablar de innovación es hablar de competitividad, de futuro.
Las empresas pequeñas y medianas tienden a pensar que no pueden competir globalmente, pero hay un montón de ellas que lo están haciendo: Lekue, Custo Barcelona, Natura Bisse, Castañer, Tarradellas... ¿Porque unas lo hacen y otras no? la realidad es que no hay empresas innovadoras o no, solo equipos con ambición o sin ella. La ambición de hacer las cosas mejor, de forma distinta, de ganar. Porque innovar significa mejorar, crecer, tener éxito, ganar más dinero. La innovación es solo ambición.

En realidad es muy fácil hacer un diagnóstico sobre el nivel de innovación de una empresa. No hacen falta encuestas o estudios muy complicados. Sólo hay que hacerse tres preguntas: ¿crecen las ventas? ¿crece el margen? ¿el equipo está motivado y va como una moto? si la respuesta es no alguna de estas preguntas o peor a las tres, "Houston, tenemos un problema". Esa empresa necesita revisar su capacidad innovadora.

Para las pymes la excusa suele ser la falta de recursos. Cuando todas tienen el más importante que son las personas, sus ganas, su creatividad y su pasión, posiblemente enteras y sin empezar. "Sólo" hay que convertir las personas en un equipo, motivarlo y ponerse, pero ¡ya!. ¿Que el equipo tiene carencias? ¡y quien no! ¿que falta gente, creatividad, conocimientos, método...? hoy todo eso está disponible en el mercado a un precio más que razonable. Cosas de la crisis. ¡Subcontratelo!

Convierta este grupo de gente en un equipo ganador: deles una misión y unos objetivos claros, motive su ambición pidiéndoles lo mejor de si mismos pero dejando que se equivoquen, ponga siempre en valor al competidor pero sin minusvalorar a su equipo, valore el esfuerzo de su gente, y por último, comparta y celebre sus éxitos. Recuerde que nadie consigue nada importante solo.